Con sabor a beso by Carla Crespo

Con sabor a beso by Carla Crespo

autor:Carla Crespo [Crespo, Carla]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-08-07T16:00:00+00:00


Capítulo 5

Inés dejó los cubiertos en el plato y se limpió la comisura de los labios con la servilleta. Obviando el hecho de que el olor a pescado y marisco seguía desagradándole, no podía negar que la caldereta estaba buena. En realidad, si era sincera consigo misma, le había parecido deliciosa. Al menos su blusa no apestaba, gracias a la chaquetilla que Rodrigo le había prestado, aunque no podía decir lo mismo de su pelo.

—¿Y bien? —Rodrigo enarcó una ceja a la espera de escuchar su parecer.

—Has conseguido tu propósito —admitió—. Siento mucho no haber probado la caldereta de tu hermana —se disculpó compungida—. Si a ti te ha salido así, no me quiero imaginar cómo estaba la suya —añadió, tapándose la cara con las manos, avergonzada, por no haber querido ni dar un bocado.

Él la miró satisfecho. Había logrado su objetivo y ahora… ahora tenía otro mucho más placentero en mente. En verdad, Inés no solo le atraía físicamente, sino que le gustaba ese carácter tan particular de ella, tan diferente al suyo. Además, la química entre ellos era palpable, lo había sido desde el momento en el que habían cruzado sus miradas. No es que él fuera un hombre de relaciones largas y estables, pero, al fin y al cabo, ella pasaría tan solo unos meses en la isla y después se marcharía de nuevo a Valencia o a otra excavación, así que no tenía de qué preocuparse. Podían pasarlo bien.

«Será un bonito verano», se dijo.

Se puso en pie y se acercó a ella para retirarle el plato, pero en vez de eso, incapaz de reprimir sus instintos, la tomó de la mano y la apremió para que se levantase. Con la mano que le quedaba libre cogió la segunda botella de malvasía que habían abierto. En ese instante, era incapaz de pensar con claridad. Lo único que deseaba era tomarla entre sus brazos y volver a saborear sus labios, así que tiró de ella con suavidad y la llevó hasta el sofá del salón donde había estado descansando antes. Inés se recostó sobre él, permitiendo que Rodrigo se inclinase sobre ella para besarla al tiempo que dejaba el vino sobre la mesa.

Enredó una mano en su pelo mientras sus lenguas se rozaban con intensidad, excitándola como pocas veces lo había estado. El peso de su cuerpo sobre ella hizo que emitiera un gemido de placer. Rodrigo empezó a desabrocharle los botones sin separarse de su boca. Llevaba imaginándose ese momento desde que Inés se había encarado a él en el restaurante y estaba resultando ser mucho mejor de lo que había fantaseado.

En un hábil gesto, le quitó la blusa y la tiró al suelo, dejando al descubierto sus menudos pechos, firmes y redondos. Inés se revolvió inquieta al sentir como Rodrigo se abalanzaba sobre ellos para pellizcarlos con sus hábiles dedos, retorciéndolos con suavidad y haciendo que ella arquease la espalda de placer y separase su boca de la suya para gemir.

—Joder, Rodri… —consiguió proferir antes de perderse entre jadeos.



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